lMe lo publicaron en" MIRADAS" ! la revista de la asociación de mujeres de Cantabria. Un reto para escribir en clave erótica que, espero os guste.
"La casa tenia una buhardilla. Era pequeña, una pieza a la que se accedía subiendo cuatro peldaños altos, a modo de los antiguos escalones de las casas rurales, hechos de ladrillo y cemento encalado.
Tenia la habitación un retrete separado con una cortina de flores y un ventano pequeño crucificado por dos barrotes, que dividían al sol en cuatro focos de luz. El resto era, sobre suelo de madera añosa y ancha, mitad biblioteca y mitad rincón de pasiones con su recoleta cama. Esta tenia de cama somier y colchón, ya que ni en la cabeza ni a los pies se veía adorno alguno. Cubierta con un edredón en tonos azules y grises, pechugona con los cojines que suplían a la almohada, invitaban al reposo lúdico. Una pequeña pieza en el cielo de la casa donde quedo imborrable, mi último encuentro contigo.
Llegamos riendo y bromeando. Tu seductora y excitante. Me aseguré que la puerta antes de los escalones, quedaba trancada con el pestillo, -los sobresaltos en la intimidad no me resultan nada sugerentes-...Te lleve de la mano hacia arriba. Tu remoloneabas y me sacabas los pantalones, divertida con mi torpe y nada insistente manera de querer superar el tramo, donde finalmente los perdí. Decidida a que no fuera yo solamente quien estuviera impresentable, aproveche tu juego y lo estrecho del lugar, donde tu situación era de desventaja, para desabotonar despacio y entre caricias que tu me dejabas robar, la camisa gris que escondía tu piel.
Tumbada yo, mi espalda sobre los escalones y erguida tú apoyada una mano en cada pared, pasé mis dedos sobre aquella figura aun dorada. Busqué cada punto de tu piel de los vaqueros a la nuca, con unas manos que ampliaban tanto ese contacto, que anulaban cualquier otro sentido que pudiera utilizar. Despacio y poco a poco el irresistible deseo, la fascinación de lo que sentía ...fue abriendo paso a un estado casi mágico que nunca soñé existiera.
Así excitada y rendida al momento que habíamos creado, te dedique mis caricias tal y como me las ibas pidiendo, tantas como yo era capaz de dar, hasta llegar al botón del pantalón después de haber contado y excitado cada poro de tus pechos, cada surco de tus pezones, cada rincón desnudo de tus caderas.
Frenaste mi intento y tu misma abriste la cremallera y aflojaste un poco el algodón.
Yo comprendí y guiada por tus manos largas de dedos cuidados, te ofrecí mi sexo húmedo, deseoso, inquieto por sentirte. Me sujetaste por la cintura y paseaste el borde de tu cremallera por mi vulva, incitándome a moverme y a buscar por mi misma la eclosión de mis pasiones.
Sonreías y yo aprendí el juego. despacio primero, incrédula después, recorrí por el lado interno la agradable sensación hasta hacerseme insoportable, hasta no caberme mas.
Jadeante y llena hubiera vuelto a repetir, a sentir otra vez aquel cúmulo de posibilidades físicas cada vez mas deseables. si dada la gran excitación que me produjeron no me hubiera despertado, tras tu cuerpo, de la siesta...."
"La casa tenia una buhardilla. Era pequeña, una pieza a la que se accedía subiendo cuatro peldaños altos, a modo de los antiguos escalones de las casas rurales, hechos de ladrillo y cemento encalado.
Tenia la habitación un retrete separado con una cortina de flores y un ventano pequeño crucificado por dos barrotes, que dividían al sol en cuatro focos de luz. El resto era, sobre suelo de madera añosa y ancha, mitad biblioteca y mitad rincón de pasiones con su recoleta cama. Esta tenia de cama somier y colchón, ya que ni en la cabeza ni a los pies se veía adorno alguno. Cubierta con un edredón en tonos azules y grises, pechugona con los cojines que suplían a la almohada, invitaban al reposo lúdico. Una pequeña pieza en el cielo de la casa donde quedo imborrable, mi último encuentro contigo.
Llegamos riendo y bromeando. Tu seductora y excitante. Me aseguré que la puerta antes de los escalones, quedaba trancada con el pestillo, -los sobresaltos en la intimidad no me resultan nada sugerentes-...Te lleve de la mano hacia arriba. Tu remoloneabas y me sacabas los pantalones, divertida con mi torpe y nada insistente manera de querer superar el tramo, donde finalmente los perdí. Decidida a que no fuera yo solamente quien estuviera impresentable, aproveche tu juego y lo estrecho del lugar, donde tu situación era de desventaja, para desabotonar despacio y entre caricias que tu me dejabas robar, la camisa gris que escondía tu piel.
Tumbada yo, mi espalda sobre los escalones y erguida tú apoyada una mano en cada pared, pasé mis dedos sobre aquella figura aun dorada. Busqué cada punto de tu piel de los vaqueros a la nuca, con unas manos que ampliaban tanto ese contacto, que anulaban cualquier otro sentido que pudiera utilizar. Despacio y poco a poco el irresistible deseo, la fascinación de lo que sentía ...fue abriendo paso a un estado casi mágico que nunca soñé existiera.
Así excitada y rendida al momento que habíamos creado, te dedique mis caricias tal y como me las ibas pidiendo, tantas como yo era capaz de dar, hasta llegar al botón del pantalón después de haber contado y excitado cada poro de tus pechos, cada surco de tus pezones, cada rincón desnudo de tus caderas.
Frenaste mi intento y tu misma abriste la cremallera y aflojaste un poco el algodón.
Yo comprendí y guiada por tus manos largas de dedos cuidados, te ofrecí mi sexo húmedo, deseoso, inquieto por sentirte. Me sujetaste por la cintura y paseaste el borde de tu cremallera por mi vulva, incitándome a moverme y a buscar por mi misma la eclosión de mis pasiones.
Sonreías y yo aprendí el juego. despacio primero, incrédula después, recorrí por el lado interno la agradable sensación hasta hacerseme insoportable, hasta no caberme mas.
Jadeante y llena hubiera vuelto a repetir, a sentir otra vez aquel cúmulo de posibilidades físicas cada vez mas deseables. si dada la gran excitación que me produjeron no me hubiera despertado, tras tu cuerpo, de la siesta...."
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